
Reforma de maíz transgénico: ¿camino a soberanía alimentaria de México?
La Constitución Política de México está por cumplir 95 años el próximo domingo.
México, D.F., 31 de enero de 2012 (Quadratín).- Para una persona sería la decrepitud, pero para un instrumento legal que determina rumbo y destino de una nación, esa edad es la de la plenitud, la juventud.
A la Carta Magna, como también se le identifica, se le han hecho todo tipo de cirugías, adaptaciones y modificaciones, lo que es común en todo el mundo. Los legisladores tienen obsesión por las cremas, los afeites, el pelling, el bótox y todo tipo de tratamientos para que la Constitución luzca siempre joven, bella y atractiva, como si fuera El Retrato de Dorian Gray.
Importa más su actualización que su uso. Incluso hay la controversia acerca de si es importante hacerle modificaciones cuando lo urgente es que se aplique, que deje de ser ese documento que todos citan, pero nadie respeta.
La definición dice que la Constitución es la norma fundamental que puede estar escrita o no y rige a un Estado soberano. Además fija los límites y las relaciones entre los poderes en los que está dividido el Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Tal es el caso de la mayoría de los países occidentales modernos y la de éstos con los ciudadanos que los habitan. También se asientan en ella los derechos y libertades que un Estado determinado garantiza a su pueblo.
A unos días de su 95 aniversario muchos piensan que se trata de una norma que no sirve al México del siglo XXI.
La prestigiada encuestadora María de la Heras, en su colaboración con el diario El País, de España e Iberoamérica, sostiene que el 58% de los entrevistados asegura que el derecho al libre tránsito por el territorio nacional es uno más de los preceptos constitucionales ignorados. La guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado ha hecho que ese precepto constitucional no sea real.
Según esta encuesta de Demotecnia, solo el 4% de los consultados considera que nuestra Carta Magna es un compendio de leyes adecuado para nuestros tiempos. El resto está a favor de hacerle adecuaciones (56%) o de plano es una norma que ya no sirve para el México del siglo XXI (34%).
Sólo el 9% dice que la ha leído de cabo a rabo, más allá de cuál versión es la más consultada. Adecuada o no, para la mayoría los principales preceptos constitucionales siguen siendo meras aspiraciones.
Ocho de cada diez entrevistados aseguran que tener derecho a un trabajo digno, como lo consagra la Constitución, está lejos de la realidad para la mayoría de los mexicanos; seis de cada diez dicen que, muy preceptos constitucionales, pero la mayoría carece de servicios de salud de calidad; también cuestionan que haya derecho a decir lo que se piensa sin persecución o castigo.
Hay quienes juzgan equivocado el zurcir, parchar, remendar y hacer modificaciones constantes a la Constitución, a la que comparan con las pilas de agua bendita a las que toda la feligresía mete la mano. Otros señalan que la ley madre de todas las leyes debe ser prolífica y deben emanar muchos reglamentos que sean capaces de hacer respetar los principios y normas fundamentales.
La perfección del precepto constitucional radica en que pase la prueba del tiempo y no requiera actualizaciones ni adecuaciones. Ahí están de ejemplo las constituciones francesa o estadounidense que presumen sus pocos remiendos.
A la mexicana se le han hecho todo tipo de actualizaciones, especialmente con afanes político electorales y siempre con un tinte más a demagogia que a perfeccionamiento de la ley.
La Carta Magna que formó el Congreso Constitucionalista de Querétaro cumple 19 lustros. Se la tiene como referente, como norma máxima, aunque pareciera más como utensilio de ornato.
Puede ser que a esta edad se la considere ya antigua, pero de ninguna manera chocha.